Para mí, una de las mejores novelas de Antonio Gala. Narra los últimos días del último monarca nazarí, Boabdil, en su palacio de La Alhambra y como pierde el reino por no tomar decisiones o tomarlas tardíamente.
El paralelismo con el ¿líder? de la oposición, Mariano Rajoy, es evidente. Justo cuando lo que España necesita es un líder de verdad que pueda tomar las riendas de este caballo desbocado y domarlo, de ofrecer soluciones alternativas, de dar serenidad y miras de estado, resulta que está perdido en su propio laberinto...
Aspirantes que le quieren mover la silla (Gallardón), barones que se le rebelan por no estar de acuerdo en la estrategia (Aguirre), generales presuntamente corruptos (Costa), tesoreros enrocados en su puesto (Bárcenas), ex-jefes socavando el suelo en la sombra (Aznar), etc, etc.
¿Y qué hace nuestro opositor más pertinaz?. Pues templar gaitas, nunca mejor dicho. Dejar que pase el tiempo a ver si así se solucionan sólos los problemas, sin atreverse a meter la tijera de una vez por todas. El problema es que tanto en las películas como en la vida real, los muertos siempre acaban apareciendo.
Mientras los españolitos no percibamos que de verdad es un opositor que no admite corruptelas (o que las corta de raíz en cuanto aparecen), que no permite pulsos de sus subordinados, que se aleja de las posiciones más éxtremas del anterior líder, que tiene un mensaje claro, atrevido e ilusionante, en definitiva, que no es un perdedor, su reino se irá diluyendo hasta su total disolución.
Y nosotros la esperanza de un cambio, siempre edificante y necesario, en la alternancia del poder.
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